«Que todos sean uno para que el mundo crea»: esta era, en aquella última noche,
la plegaria del Señor, Jesús, instituida ya la Eucaristía, acabada la Cena, y cuando comenzaba la «hora de la verdad», la hora en que iba a ser entregado, a consumarse su pasión, y a cumplir todo el querer de Dios, el Padre. Esta es también nuestra súplica, y nuestra enseña, al comenzar este nuevo curso pastoral, que nos acompañará a lo largo de todo él intensificando así entre nosotros el mismo deseo, ansia, del Señor y poniendo, con su auxilio y gracia, cuanto esté a nuestro alcance, y en nuestras manos, para que se cumpla hoy. Es urgente y decisivo que el mundo crea en Jesucristo; es urgente y decisivo, pues, para la humanidad que seamos uno, que se viva y fortalezca la comunión en nuestra diócesis...
la plegaria del Señor, Jesús, instituida ya la Eucaristía, acabada la Cena, y cuando comenzaba la «hora de la verdad», la hora en que iba a ser entregado, a consumarse su pasión, y a cumplir todo el querer de Dios, el Padre. Esta es también nuestra súplica, y nuestra enseña, al comenzar este nuevo curso pastoral, que nos acompañará a lo largo de todo él intensificando así entre nosotros el mismo deseo, ansia, del Señor y poniendo, con su auxilio y gracia, cuanto esté a nuestro alcance, y en nuestras manos, para que se cumpla hoy. Es urgente y decisivo que el mundo crea en Jesucristo; es urgente y decisivo, pues, para la humanidad que seamos uno, que se viva y fortalezca la comunión en nuestra diócesis...
Y como no en nuestra parroquia. Ya desde hoy, ¡todos manos a la obra!